El 6 de junio de 1999, Ramón Santillán, de 21 años, fue asesinado por un agente de Gendarmería Nacional en el paso nivel de la estación William Morris del ferrocarril San Martín, en Hurlingham. Ramón, más conocido como Sugus, había ido a celebrar un triunfo de Boca Juniors y a una despedida que le habían organizado. Este año se conmemoran 24 años del crimen. Su madre Lilia Saavedra dialogó con AGENCIA PACO URONDO y habló sobre su experiencia de lucha y organización colectiva para prestar ayuda a familias víctimas de la Violencia Institucional.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué reflexión realiza en este nuevo aniversario del crimen de su hijo?
Lilia Saavedra: En sentimientos tengo el dolor y el amor intacto e intransferible cómo el primer día, extrañándolo, su ausencia duele cada día más, no hay nada ni nadie que pueda calmar. Con la lucha siempre me queda el sabor amargo de la injustica, fíjate que el asesino de Sugus fue condenado, pero nunca pisó la cárcel. Gracias a la inoperancia o el accionar de la Cámara de Casación de La Plata, que nunca confirmó ni desestimó la sentencia, esta falta de respuesta o decisión cómo lo quieras llamar favoreció a la impunidad. Por eso digo y sostengo que fue Juan Sebastián Acosta el asesino de mi hijo, porque así lo determinó el tribunal N° 4 de Morón, que lo condenó a 10 años. La causa quedo impune gracias a la decisión de algunos jueces. Esos funcionarios judiciales le hacen daño a la Institución, a las víctimas y a los familiares que muchas veces somos los que literalmente ponemos el cuerpo, buscando testigos y pruebas para aportar a la causa para evitar que quede impune.
APU: ¿Qué mirada tiene de la justicia?
L.S.: Pienso firmemente que hay que sacar las manzanas podridas del cajón, para que la justicia se ponga los pantalones largos y eso tiene que ser con una reforma judicial. Es inevitable y urgente, lo necesita el pueblo la sociedad toda, es inadmisible el comportamiento que tienen ahora los jueces, fiscales y camaristas, desde la Corte Suprema hacia abajo. Se ven fallos dónde son capaces de condenar sin pruebas, se arman causa con testigos falsos, pienso que se creen semidioses. Son dueños de nuestras libertades y destinos. Toman decisiones que no les corresponden, cómo son los hechos políticos, por ejemplo, los comicios que se tendrían que realzar en el interior. Fueron suspendidas por decisión de la Corte Suprema.
Toman medidas arbitrarias. Sabemos que perciben un buen sueldo y me parece bien si se desempeñan con responsabilidad, convicciones e idoneidad. La justicia que tenemos ahora es racista, clasista y política, lo ves reflejados en los fallos u condenas. Necesitamos una justicia que haga justicia a través de sus fallos o condenas, que sean justa y equitativa para eso tenemos que tener jueces probos, por eso es urgente una reforma de la Justicia. Será un paso importante para terminar con la violencia institucional. Sugus sufrió dos veces la violencia institucional, primero con el asesino y después con la justicia. Por eso pienso lo que pienso de la Justicia.
APU: ¿Cómo fue su experiencia en la militancia social?
L.S.: Mi militancia comenzó desde mi adolescencia, obviamente antes de ser mamá, ninguna de mi familia lo era así que no sé de dónde nació esa pasión por lo social y lo político. Con compañeras de colegio fuimos acompañadas por chicos de nuestra edad, al barrio 31 de Retiro y ahí conocimos al Padre Carlos Mujica era el cura de la capilla “Cristo Obrero” del sector de Comunicaciones, a los pocos días nos llevó a conocer a la comunidad, eran personas que les faltaba de todo…. Pero lo que no les faltaba era un gran amor y respeto por el otro, la solidaridad, compañerismo.
Cada vez que paso por la zona veo que muchos de esa comunidad no han tenido oportunidades y su situación de vulnerabilidad no ha cambiado. Creo que ese tiene que ser el principal compromiso político; terminar con la pobreza estructural. En 40 años de democracia no se pudo terminar con la pobreza. Con ningún gobierno, sea cual sea el color político o ideología, la democracia tiene que poner fin a esta tremenda realidad social que viven grandes sectores de nuestra sociedad. Es una deuda que tiene la democracia con esta problemática a esto súmale la violencia institucional que también es otra deuda que tiene la democracia.
Siempre digo que cuando te asesinan a un familiar, no te quedas en tu casa a hacer el duelo porque no confías en aquellos que tienen que garantizar justicia. Inmediatamente salís a la calle con las herramientas que nos otorga la democracia. Eso también lo aprendimos de nuestras Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, ellas fueron el ejemplo a seguir en el camino de la lucha, la resistencia y lo colectivo. Desde el lugar que uno elige estar y organizarse cómo lo hice formando la Fundación Vidas en Interacción para el desarrollo de la Comunidad-VE. Porque ni la militancia ni el compromiso me preparó para perder un hijo, pero si sabía que me tenía que organizar porque esta lucha comienza en soledad, pero rápidamente se convierte en colectiva. Desde ahí participamos u organizamos acciones para poder algún día terminar con la violencia institucional.
APU: ¿Un mensaje para las madres que luchan por justicia para sus hijos víctimas de la violencia institucional?
L.S.: ¿Que le puedo decir a otra mamá? Creo que cada una lucha desde el lugar de dónde puede. Ese dolor inconmensurable que tenemos, hacemos lo que podemos, salimos a luchar cuando el dolor nos permite. Porque este camino que tenemos que recorrer y que nosotras no elegimos es largo, doloroso y muy duro. Esta lucha cómo dije antes es colectiva y eso nos ayuda a fortalecernos, siempre va haber alguien en quien apoyarte y una mano que te ayudará a levantarte cuando decaes, cuando sentís que las fuerzas te abandonan porque no sabes cómo manejar tanto dolor. Ahí estará la persona que te ayudará a ponerte de pie para seguir caminando. Creo firmemente y lo digo siempre que podemos estar dolidas, pero jamás vencidas.